La diversidad siempre es un reto en el aula: es un reto del cual podemos aprender mucho y crecer como docentes, desde luego. Ese reto es diferente según a qué condiciones nos enfrentemos: en el caso del alumnado sordo, las mayores dificultades que podemos experimentar se refieren a la lectoescritura; en estos casos, ¿qué puede hacer el docente de Primaria o Secundaria? ¿Cómo unificar su trabajo y criterios con sus compañeros y compañeras?
En primer lugar, hay que diferenciar dos grados en esta diversidad funcional:
- El alumnado con cierta funcionalidad auditiva puede adquirir la fonología por vía auditiva a través de audífonos e implantes cocleares, por lo que los métodos son igual que en alumnos y alumnas oyentes, aunque con adaptación curricular y mayor apoyo por parte del personal docente
- El alumnado que no tiene funcionalidad auditiva en absoluto necesa una metodología diferente. El sonido de las palabras y sílabas no es percibido, así que las palabras se aprenden a través de signos y de imágenes, representadas a través de conjuntos de letras: estos conjuntos de letras irán poco a poco desglosándose en sílabas y, luego, en letras.
Enfoque didáctico
El alumnado sordo requiere apoyo parcial o completo de soportes visuales, así que usaremos recursos como palabras complementadas, sistema bimodal, gestos de recuerdo, visualizadores y dactilogía.
- Palabra complementada: complementa a la lectura labiofacial. Incluye 8 configuraciones de la mano en tres lugares diferentes ayudando a visualizar fonemas “invisibles” y evitando la ambigüedad
- El sistema bimodal es usar a la vez la lengua oral y la lengua de signos
- Gestos de recuerdo: producimos fonemos recordando e indicando una característica revelante de la pronunciación.
- Dactilogía: es la representación manual de las letras.
¿Cómo enfrentarlo desde el punto de vista docente?
Trabajar en equipo es fundamental: al menos, dos docentes deben involucrarse; muy a menudo, un/a de ellos/as es PT o especialista en lengua de signos. Es conveniente reunirse semanalmente o cada 15 días
Se requiere una evaluación constante de la práctica educativa que llevamos a cabo: es un proceso muy dinámico y complejo, y la autoevaluación de nuestra docencia puede corregir a tiempo posibles problemas que, posteriormente, tendrían muy mala solución.
La autonomía de los o las docentes involucradas con el alumnado sordo es necesario: el centro educativo debe proveer, dentro de unos límites racionales, un nivel muy alto de autonomía y libertad para innovar e investigar. Además, esa investigación requiere un tiempo extra que ha de tenerse en cuenta a la hora de diseñar los horarios.
Las personas que ejercen la docencia en el aula donde nos encontramos con la alumna o alumno sordo deben unificar su lenguaje: la comunicación y colaboración entre el profesorado es absolutamente crucial. Los criterios de unificación serán decidos por las/os responsables del proyecto de inclusión.
La innovación puede enfocarse también hacia la expresión artística y corporal: lenguaje de señas, mímica, movimientos corporales, faciales… Ambos lenguajes deben mantenerse visibles en el sistema bimodal. Es importante hacer preguntas durante las activadades de lectoescritura para verificar un correcto seguimiento.
AUTOR/FUENTE: escuela2.0.com